jueves, 1 de diciembre de 2011

TIRA LA BODEGA Y ESCONDE LA MANO: Próximo Ladrillazo en Calle San Francisco Javier

En estos días otoñales, ¡ay de quien no recorre los ocultos recovecos del callejero jerezano! (haiku anónimo del Jerez del siglo XXI)

Se aproxima la Gula navideña (y no la del Norte) y hay que poner cuerpo y espíritu en prevención. Y nada mejor para ello que una enriquecedora actividad física, fuente de sentimientos contrarios, que tanto bien hace para despertar al "alma dormida", como es la de dejarse perder por las calles escondidas de nuestro casco antiguo.


Es fuente de deleite, que invita a detener el vago discurrir para observar y admirar nuestra riqueza arquitectónica, aquella que ha aguantado el envite inexorable de los siglos, esperando a que miradas curiosas la descubran y la escudriñen.

Es fuente de amargo licor, licor del que bebemos de manera continua, como triste inspiración, los que escribimos este blog .

"Con asombro de mirarte, con admiración de oírte, ni sé qué pueda decirte, ni qué pueda preguntarte".

Si quieren vivir esta experiencia, piérdanse por el barrio de Santiago bajo las melancólicas luces del atardecer decembrino jerezano. No tardarán en oír tristes voces que clamen a los cielos: ¡Ay mísero de mí! ¡Ay ínfelice! Tristes exhalaciones que les enfriarán los ánimos cuando, por ejemplo, sus pasos les lleven hasta la calle San Francisco Javier. No podrán escapar, como nosotros, del llanto de sus desdichas que hace, al que quiera escuchar, una vieja bodega sentenciada a la piqueta por el “Docto pincel” que dibujó su condena en el PGOU.

Como ella, nosotros no llegamos a comprender qué delito pudo cometer (dejando a un lado el bendito delito de haber envejecido) para que sus días acabasen a golpe de ratón. El mismo ratón “vacilón” que diseñó el bodrio arquitectónico -en definición de nuestro amigo malagueño Antón Ozomek- que la suplantará en el lugar que ha ocupado, posiblemente, durante más de dos siglos. ¿Qué privilegio tuvieron las otras bodegas, vecinas de calle, que ella no gozó, para que el PGOU las protegiera?

La bodega en los planos de ordenación del PGOU (la flecha que la señala es nuestra).

Nadie firmará el indulto. Todo está consumado. Nos despedimos, así, de otra digna representante de una arquitectura singular de extraordinario valor, como es la bodeguera. Singularidad y valor que esta bodega sigue teniendo, aunque el PGOU dictaminase que su derribo no tendría vuelta atrás.


Pero diga lo que diga el PGOU, mirando los muros descarnados de esta bodega, aún se siente su alma. Aquella que se escapaba de sus ventanas para cultivar la embriaguez en el aire jerezano.

Un aparejo que invita a un estudio arqueológico.

Esperemos que alguien sienta temor y piedad de nuestras lícitas quejas, como sintieron las de Segismundo de La Vida es Sueño. El problema es que para los que dirigen nuestras vidas desde las oficinas municipales La Vida es Suelo. Y así nos luce el pelo.


Juan A. Moreno.


1 comentario:

Antonio Lara dijo...

La palabra seria vergüenza. Ya perdido el respeto al edificio, perdido queda el respeto por su historia y todo lo que sucedió en él.Pequeñas historias que dan significado al Jerez moderno. Definitivamente la palabra seria vergüenza.