domingo, 19 de febrero de 2012

LA CASA Nº 5 DE C/ CORRAL DE SAN ANTÓN (resumen de la Cuarta Ruta de la Barbarie, 2ª parte)



Continuamos con los vídeos de la Cuarta Ruta de la Barbarie. El segundo lo hemos dedicado a la visita a la casa nº 5 de la calle Corral de San Antón, cuya loable iniciativa de restauración, proyectada por un grupo de jóvenes, se encuentra paralizada a falta de unas ayudas de la Empresa Pública del Suelo de Andalucía, ayudas aprobadas pero que no llegan. Fue algo que nos informó in situ uno de los propietarios, José Luis Fuentes, quien nos envía también el siguiente escrito, donde nos habla de su caso y de las hermosas motivaciones que les llevaron a emprender esta, por ahora, frustrada rehabilitación:




"Allá por enero de 2005 vemos una casa en la calle San Antón, número cinco, de Jerez de la Frontera. Nos gusta, pero como al comprar un coche de segunda mano te preocupa el estado del motor, al comprar una vivienda te preocupa el estado de la estructura de la misma (cimientos, viguería, etc.). Una arquitecta nos dice que el estado de la vivienda no es el mejor, pero que no corre peligro, que adelante, que con unos pequeños arreglos tenemos casa para vivir. Dos meses más tarde estamos haciendo efectiva la compra de dicha vivienda. En aquel entonces contábamos con 23, 28 y 30 años. Éramos el paradigma de la solución a todos los problemas que nos vendían por todos los medios (esos problemas que sólo aparecen como delimitación del campo de batalla): jóvenes que salen de su núcleo familiar, que acceden a una vivienda además en el centro histórico de su ciudad (aquel al que en la realidad dejaron en el olvido con un crecimiento desorbitado de la ciudad) con la intención de respetar la estructura de la misma y su historia. Y queremos hacer especial mención a esto de respetar su historia, pues lo hacíamos conscientes de lo que queríamos, su historia con todas sus letras. No era respetar una fachada y dos patios, era respetar unas formas de vida, una organización, un compañerismo, unas relaciones, recuperar aquellas casas de vecinos física y antropológicamente. No nos gusta la ciudad que estamos heredando, donde pasear por el centro de la misma es desolador, donde para comprar tenemos un Parque Comercial, donde para llevar a nuestros hijos tenemos una Ciudad de los Niños y donde para vivir tenemos unas hermosas unifamiliares que nos aislan de la relación con los vecinos, porque hemos aprendido que los vecinos son personas que siempre nos van a molestar. Pues perdonen, pero queremos recordar que nuestros vecinos eran aquellas personas con las que jugábamos en cada plazoleta de nuestros barrios, sus padres eran los que nos cuidaban cuando no estaban los nuestros, aquellos que nos ayudábamos cuando uno pasaba una mala racha, que se ayudaban a buscar trabajo, que íbamos juntos y andando al colegio, que reíamos y llorábamos todos juntos. Pero no, ahora el vecino es aquel personaje molesto que arrastra los muebles a la hora más inapropiada siempre. Sólo ése es el vecino del que nos acordamos. Así que ahora, el vecino no sabemos ni quién es. Cuanto menos lo veamos mejor. Y sus hijos, al igual que los nuestros, irán una vez al año al Parque de la Infancia a jugar con sus primos para celebrar algo que aún no sabemos el qué, y el resto del año se quedarán en casa jugando a la Play Station o conectados a internet, mientras las plazoletas de los barrios ya ni existen. Los nuevos barrios no tienen plazas, salvo las de garaje, claro. Tienen hermosos jardines que duran tres años (el tiempo máximo que puede durar una mentira en dar la cara). A las plazas de los antiguos barrios, de aquellos de cuando nosotros éramos pequeños, les han quitado los bancos (los de sentarse, claro, los otros proliferaron por todos lados), les han quitado las papeleras, hace muchos años les pusieron unos carteles en los que se nos prohibía jugar a la pelota, bajo multa, y lo más importante, les han quitado los niños, las personas, la vida. Las calles y los barrios son ahora meros lugares de paso, de nuestra casa al trabajo, del trabajo a nuestra casa, de nuestra casa a Luz Shopping y de Luz Shopping a nuestra casa. Queremos volver a tener las puertas de nuestras casas abiertas, convivir con nuestros vecinos, celebrar nuestros cumpleaños en nuestros patios, en nuestras casas e irnos después a jugar a nuestras calles, y dejar de celebrar nuestros cumpleaños con payasos de sonrisas malvadas que nos dan comidas basuras selladas por las organizaciones mundiales de salud. La salud también se compra. Y se vende.

Ya hemos perdido la paciencia, la ilusión y la salud, así que no os asustéis porque ahora estemos perdiendo las formas. Ingenuos nosotros, creímos poder escapar de esta sucia ciudad que nos habéis dejado y que sigue devorando todas y cada una de las facetas de nuestras vidas. Y no sólo nos la habéis dejado a nosotros, también se la habéis dejado a vuestros hijos."






Desde el blog, agradecemos mucho su colaboración, les reiteramos nuestro apoyo y les deseamos una rápida solución.

1 comentario:

AlaorilladelrioBetis dijo...

Esta es la casa de mi abuela, arriba vivia ella, joooo que de recuerdos