Ayer, Sábado 29 de Junio de 2013, en los medios cofrades se hacía pública la noticia de que el Santo Crucifijo "de la Salud", una obra de José de Arce realizada hacia 1647 que recibe culto en la Parroquia de San Miguel, había sido arañado por un vándalo.
Comprendo la consternación de la Cofradía y, especialmente, la del Párroco de este templo, Don Ángel Romero Castellanos, con quien mantengo una larga amistad desde hace muchísimos años y de quien me consta su dedicación a esta iglesia y su respeto tanto a los aspectos sagrados como artísticos de las obras que en ella se custodian.
Respecto a la situación de Jerez en relación con su Patrimonio Histórico y Artístico, que comprende también esta magnífica escultura de carácter religioso, parece que en algún momento de su trayectoria vital decidió devorase a sí misma, aniquilándolo. Su símbolo sólo podría ser la serpiente que se empieza a tragar a sí misma por la cola, formado un círculo que en la Antigüedad simbolizaba la Eternidad.
Así pues, esta ciudad sólo puede comprenderse intelectualmente desde una perspectiva suicida, en cuanto a negar su perpetuación mediante la Historia y el Patrimonio que nos han legado las generaciones pasadas. Su destrucción incesante forma, como la simbólica serpiente, un círculo vicioso.
Así pues, esta ciudad sólo puede comprenderse intelectualmente desde una perspectiva suicida, en cuanto a negar su perpetuación mediante la Historia y el Patrimonio que nos han legado las generaciones pasadas. Su destrucción incesante forma, como la simbólica serpiente, un círculo vicioso.
Jerez es una ciudad que parece automutilar sus recuerdos, deseando hacerlos desaparecer, para que sólo quede memoria de ella a través de sus enormes montones de basura ocupando lo que antes fueron casas populares, grandes derribos en lo que fueron palacios, conventos e iglesias y, desde luego, los bloques de viviendas que han empezado a ocupar todos los huecos de estos derribos, el último de ellos el de la calle Santa Rosa, como buscando la extinción de cuanto signifique cultura histórica. Como esa serpiente autofágica, Jerez, la suicida, se devora a sí misma.
En cuanto a la escultura sagrada o procesional, atacarlas es un gesto más de mala educación ciudadana, de analfabetismo emocional e intelectual cada vez más patente por parte de quienes no comprenden que las obras religiosas son, además, magníficas obras de arte que se pueden contemplar como tales, sin necesidad de rezarles ni de ser creyentes y que desde todos los puntos de vista, son nuestras, son nuestro espléndido y admirado patrimonio histórico.
No sé si quienes hacen esto son unos gamberros puros o si les gustaría pasar a la posteridad como unos iconoclastas: tal fuese ese el gesto del japonés que dio un martillazo a la Virgen de la Piedad de Miguel Ángel y de otros groseros atentados a obras no menos valiosas, como la que nos ocupa.
De todas formas, este gesto vandálico es también un delito tipificado, tanto por considerarse un atentado a los sentimientos religiosos como por ser un delito contra el Patrimonio.
Estas barbaridades se han hecho siempre, incluso en países realmente civilizados, incluso en ciudades que no son como Jerez y cuidan de su Patrimonio. En Sevilla, que también hace barbaridades con su Patrimonio, fue atacado el Gran Poder, pero su agresor fue atrapado y denunciado por los delitos mencionados.
Pero lo de Jerez es demasiado, no es sólo esto del Cristo, sino el largo cúmulo de situaciones denunciadas aquí a diario y, cada vez más, por los medios de comunicación y por más jerezanos. Vemos como no hacemos ir sino a peor en nuestra arquitectura civil, domestica y religiosa, en nuestras calles de los barrios medievales, en el pasotismo de las autoridades que deberían cuidar de todo esto educando a los jerezanos en unos valores de respeto a nuestra Historia, pero que sólo miran hacia otro lado echando balones fuera y culpabilizando a unos y a otros pero sin asumir su responsabilidad en el tema y sin atender a sus ciudadanos.
Nosotros, los historiadores que trabajamos en la elaboración de este blog y en sus entradas, en sus Rutas de la Barbarie, en la tarea de concienciar a quienes nos leen y a quienes aún no lo hacen, nos sentimos cansados de ver tanta incuria a nuestro alrededor, de tanto salvajismo.
Para terminar, citaré la frase de una persona que, como nosotros, amó esta ciudad, trabajando siempre por ella y a quien ésta le pagó dándole la espalda: "Jerez es el pueblo de las tres "S": Siempre Será Salvaje". Lo peor es que Jerez solito demuestra constantemente que este dicho es la pura verdad.
Para terminar, citaré la frase de una persona que, como nosotros, amó esta ciudad, trabajando siempre por ella y a quien ésta le pagó dándole la espalda: "Jerez es el pueblo de las tres "S": Siempre Será Salvaje". Lo peor es que Jerez solito demuestra constantemente que este dicho es la pura verdad.
Esperanza de los Ríos